Fracaso Empresarial

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El fracaso empresarial es algo cotidiano y natural. De hecho, la mayoría de los proyectos empresariales terminan fracasando en sus primeros años. ¿Es eso malo?. En una sociedad avanzada como la nuestra realmente no. Las necesidades básicas de la población, por fortuna, ya están satisfechas y los nuevos proyectos empresariales intentan añadir servicios o productos. Algunos lo consiguen y otros, la mayoría, no.

Si nos paramos a analizar caso a caso, veremos que el saldo para la sociedad en general ha sido positivo gracias a ese proyecto “fracasado”. Se ha generado empleo, se han pagado impuestos, se ha comprado a proveedores, se ha servido a clientes, se ha obligado a mejorar a la competencia… Si al final ha habido una pérdida de capital e impagos a algunos actores, casi siempre vienen compensados por los beneficios a otros.

De esta manera, el objetivo de una ley concursal sería verificar que no ha habido ningún fraude en la gestión y cerrar el proyecto cuanto antes. Que los acreedores cobren lo máximo posible y que el empresario honesto vuelva a crear riqueza cuanto antes.

Desgraciadamente, una mala gestión del fracaso empresarial lleva a muchos empresarios a abandonar su actividad, la muerte civil o la imposibilidad de pagar sus deudas. O todo a la vez.

Si la empresa va mal, cuanto antes acuda el empresario a asesorarse en términos de reestructuración y concurso de acreedores mejor para él. La diferencia es enorme y puede ser una de las mejores decisiones de su vida.

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